domingo, 21 de agosto de 2011

Mi cuerpo tiene la mente más bella que tu cuerpo. Del cuerpo como máquina al cuerpo como desahogo.

Mi cuerpo tiene la mente más bella que  tu cuerpo.



Del cuerpo como máquina al cuerpo como desahogo.

Hasta que el cuerpo aguante. Bella por sugerente esta canción de Miguel Ríos que pone en evidencia cientos de años pensando en nuestro cuerpo como una máquina que hay que usar, agotar y hasta reventar. La era industrial nos deparó entre otros, estos regalos ideológicos de máquina desarmada, donde se separa al cuerpo de la mente, al corazón del sexo y al alma del cerebro. Quedamos descuartizados en medio de una gran fábrica vacía de humanidad, donde un amo  enorme y silencioso siempre quería hacer uso de nuestras partes. Hombres y mujeres viviendo en función de sus partes o tratando de curarse mientas buscaban pegamento con que unirlas, fueron nuestros abuelos y seguimos siendo nosotros. El abuso surge entonces como un destino manifiesto para muchos que encontraron en el cuerpo lo único de lo que era dueños. La única propiedad psicológica adquirida en la vida. Había que abusar de las drogas, del trabajo, del carnaval ( el balconyn  como ultima insania social) y de la extensión del propio cuerpo, que para muchos es su pareja. Abusar de Eros con glotonería  o de Eros con el sarcasmo que brinda el mercado del sexo. Abusar también del dogma y refugiarse en los cultos para negar la dimensión física del alma encarnada. Tapar con recatos, velos y mangas largas, lo que el clima solicita se descubra en una cadena de mal entendidos sociales del tiempo y geografía de Matusalem. Malos entendidos por ignorancia y desconsuelo. Malos entendidos por soledad y aislamiento.

Vivimos sin espacios para el cuerpo. Las plazas monopolizadoras del fútbol alientan esta condición de abandono en las mujeres que no encuentras  aceras donde caminar, o parques donde correr. Así las cosas el cuerpo sigue siendo malo y el espíritu bueno, aunque las evidencias científicas digan ya lo contrario, apuntando a un cuerpo que piensa con sus emociones, que se enferma con sus prácticas físicas y mentales,. Un cuerpo que sueña, desarrolla carácter y lo muestra en su esfuerzo por hacerse amigo del tiempo. Un cuerpo que añora el recato en la práctica de la ética como virtudes intelectuales y morales de las mentes que lo habitan. Es allí donde urge el recato, la deliberación y la virtud en el modo de ser, como resultado de la educación,  la economía y el arte de la política. Recato por parte de los líderes sociales, por parte de los maestros y maestras,  madres y padres. Recato con lo que se hace, con lo que se dice, con lo que se negocia. Con lo que se desea. Recato como belleza moral. Así si! Solo cuando seamos así de maduros como sociedad, cuando dejemos de pensar en el cuerpo como desahogo, podremos decir aquella antigua frase tan sabia… de que hay que darle al cuerpo lo que este pida.  Entonces tendremos cuerpos sanos por mentes sanas.

Las mujeres lamentablemente no hablan de sus cuerpos, no definen estrategias sobre ellos, no se apropian de su espacio físico y de salud. Menos defienden esa maravillosa posibilidad que ofrece el baile de hormonas. Hablar del cuerpo es definirlo como A. Damasio:  como una extensión de naturaleza delimitada por la piel.¨ De suerte que la naturaleza humana lo es todo, mente, cuerpo y lo que de el logramos hacer los seres humanos, como los artefactos, los sentimientos, las prácticas éticas, las tradiciones etc.  No hay cuerpo sin mente ni mente sin cuerpo. No hay mujer ni hombre sin cuerpo y por lo tanto lo que decimos y regulamos sobre él, es el resultado de nuestras mentes y sociedades, así que el cuerpo de la mujer solo existe en la mente de una mujer y en la mente de un hombre que la observa.
Lo que a estas alturas da pena es lo que la mente observa en el cuerpo de una mujer que  pareciera ser un objeto de sumisión o de negación de sí mismo. Cómo que las vírgenes no tienen cuerpo y las que lo tienen necesitan recato y las que no son vírgenes comportarse de una forma que así lo parezca. Recuerdo cuando en la escuela nos decían que el cuerpo era el templo donde habitaba el alma… sigo pensando que lo es, pero tanto el cuerpo de los hombres como el de las mujeres.
Así que no solo me da pena tanta mujer con cuerpo negado como explotado y por el otro lado, tanto hombre sin capacidad de deliberación sobre su propio cuerpo, desbordándose  sin emoción ni trascendencia. Con los años los cuerpos se transforman y son lo que hicimos con ellos… así que un poco de cariño con nuestra materia natural no esta de más. Esta de menos horrorizarse ante el desnudo origen de las estrellas que todos los profetas han visto en lo humano. Esta de menos seguir pensando como fieras salidas de una cueva ante un pedazo de carne que hay que cubrir.  Sobre todo si pensamos en el ejemplo del cuerpo de Cristo como agente purificador en la tradicional comunión cristiana.