lunes, 2 de mayo de 2016

























 

El rapto sublime. La esfericidad y el Dios total.
- Orígenes del concepto de Globalización-

DORELIA BARAHONA

El rapto sublime

Es muy posible que la idea de rapto como acción que va  más allá (mucho más allá) de “llevarse a la fuerza a alguien con el fin de  someterlo, o negociarlo”, haya tenido sus orígenes en el siglo VI. El maravilloso siglo donde coexistieron personajes tan ilustres como Pitágoras, Confucio, Buda y Lao Tse, entre el resto de los caminantes coetáneos.

En ese momento todavía los dioses, en constante cacería por el universo,  sostenían la costumbre de raptar doncellas mal puestas. De hecho el rapto de Europa por el toro – Zeus, sigue vigilando el sueño de la razón y también los muchos raptos que ha tenido la historia de manos de “bárbaros”. Recordemos a Proserpina. El rapto sigue alimentando hoy por hoy, el ideario racista entre moros, godos, paganos, nómadas, musulmanes, negros, orientales, indios ( todos posibles raptores) y cristianos, romanos, sajones, blancos ( todos posibles víctimas como consecuencia).
Pero la idea de rapto más allá del cuerpo: rapto del yo y el ello, rapto de sí  para sí, similar a un estado inevitable de embriaguez física unida al mismo tiempo a la embriagues mental, es más antigua todavía de lo que Pitágoras o Confucio pensaron, mientras  sistematizaban en sus escuelas los diferentes pasos para lograr sentirse “raptado por el chi’ o la esencia”.
Este rapto de la parte(la sed) hacia el todo(el absoluto) se originó, paradójicamente, entre costumbres “bárbaras”, tribales, que solían manifestar su fusión de nuevo, porque nunca la dieron por perdida del todo con los dioses primordiales, por medio de trances o raptos vividos en el cuerpo - mente, inducidos por sacrificios, música frenética, danzas, borracheras,  drogas, orgías, etc.
“Perezco de sed, dadme a beber el agua de la memoria” dice un  ladrillo sacramental, órfico. (Peter Sloterdijk. Esferas. Ed. Siruela)
Un paso adelante en esta construcción del rapto total, del fragmento que vuelve a  completar la esfera es la meta de estas ceremonias órficas. Más que el simple olvido orgiástico es el recuerdo de la memoria que una vez poseíamos, cuando no éramos fragmentos de una misma forma sino parte de ella. Cuando la palabra orgía  no significaba una francachela sino un éxtasis “religioso” liberador de la rueda de los renacimientos y el recontacto con los poderes de la naturaleza hechos Dios, al igual que lo hicieran las tribus de América precolombina y muchos grupos de diversas prácticas religiosas en la actualidad.
Y es en esta práctica de la catarsis que se daba una síntesis entre intuición religiosa y ciencia racional, síntesis perdida ya hace muchos años para el occidente tradicional.
El mismo anhelo de liberarse de las pasiones, de la muerte  y el vacío, es el que orienta a desear reencender la chispa divina (recordar de nuevo lo que se ha olvidado) en uno. Posteriormente veremos muchos de estos raptos entre los místicos católicos como San Agustín y Santa Teresa quienes literalmente hablan de ellos en sus escritos. Santa Teresa es raptada a pesar de ella misma y apasionadamente “arponeada” por el éxtasis que produce la luz del amor divino.

Pitágoras jerarquizó por primera vez en la historia de occidente, los procedimientos para acceder a estos “raptos”. La síntesis era la armonía unificadora de la música por medio de los números ( los pitagóricos empleaban  la medicina para purgar el cuerpo y la música para purgar el alma, siguiendo la más vieja escuela terapéutica en la que el enfermo, si tenía las cuerdas del alma desafinadas, o muy flojas o muy tensas, era emocionado por una violenta música, danzando hasta el frenesí para caer luego en un sueño reparador, ( preludio de su sanación ) semejante a un rapto provocado por el agotamiento que le devolvería la armonía del uno, o la unicidad armonizada.


Desde no comer carne hasta lograr contemplar la síntesis, la esencia en la armonía de las formas y en  la danza de los números. Deleite y liberación. La ciencia era usada para completar lo eterno.
En aquellos años en que los dioses raptaban de lo que carecían para ser realmente absolutos, la astronomía, la estética, no se diferenciaban en el ejercicio de la razón. La teoría solo era un medio para lograr que los “espectatheoris” se identificaran con la emoción de divina. ciencia es usada para contemplar lo eterno
 Del éxtasis de los ritos, de los primeros raptos  filosóficos al éxtasis del descubrimiento intelectual conciente, entre versos metafísicos y simbolismos fundacionales, hasta alcanzar el concepto actual de teoría donde si se separa la fe y el ingenio, de y la razón, donde el rapto ya ha pasado de moda como forma de conocimiento. Ya que el rapto, tan antiguo como lo humano, implica descontrol, enajenación y hasta locura.

Orígenes del concepto de globalización

Pero antes de que esta inicial función de la teoría se dividiera, fragmentándose, como Marduk desmembrado en la noche cósmica, como cuadrante de ciudadela romana, las primeras ideas sobre la totalidad del mundo y sus diferentes manifestaciones entre los humanos, semejaban verdaderos raptos de intuición intelectual y  adivinación emocional de la realidad, como quien da palos de ciego, circularmente en la arena de las alegorías sobre la incertidumbre y el devenir, al mejor estilo platónico: con un tenue vislumbre de fondo  en la esfera-caverna.
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Pero aunque no lo queramos el bárbaro interior, (pulsión de  sobrevivencia, entre el  amor- lucha- y la muerte) sigue raptando a la princesa exterior (políticamente, legalmente, científicamente correcta).
Sus raptos siempre nos señalan el abrazo – fusión con la totalidad deseada; el perfil de esa esfera cálida y conocida desde la antigüedad. La misma que simbólicamente hemos construido, polis, tras polis, religión tras religión hasta llegar a la actualidad bajo el nombre, esta vez de:  Globalización.

Y aunque ahora sepamos que los cuerpos celestes son esféricos por la uniformidad, la isotropía del espacio, ausente de direcciones privilegiadas y por el carácter central de sus fuerzas que así lo favorecen, siendo la función de esfericidad su propia estabilidad como objeto; antes, solo sabíamos que la sphaira o bola del mundo y del cielo, ya lo decían Empédocles y  Parménides,  era la forma del Dios  único que trasladaba con su carácter de individualidad-esfericidad a la “inspectio” a su nueva casa de la “circunspectio.
Ya la observación de esta esfera ingénita, figura ecuménica del monocosmos monoteísta, necesita pensarse a la distancia de la polis para hacer teoría, es el momento de  distanciarse de la comunidad al mejor estilo neo platónico. Pensar la esfera significa enajenarse en la inmensidad como una función localizada en su cuerpo físico y para eso es ideal la abadía, el monasterio y las cortes. Y desde allí los pensadores de la esfericidad, de la unicidad y de las proporciones como partes de una totalidad, desde G.Bruno, Vitrubio,  Hegel, a  J. Verne fabrican (a veces son raptados) sus nuevos sistemas relativos a la esférico en el arte, en la ciencia y en la política, siguiendo el movimiento de las nuevas rutas que van recorriendo el globo terráqueo, optimistas en su acción, ya que siempre pensar en la totalidad y no en el fragmento o la parte (lo semejante y lo distinto) da ganancia de plenitud y poder.
Es solo cosa de tiempo para que una nueva ruta se vaya  tejiendo: la red faltante: el sistema esférico del dinero y la comunicación.
La economía global, y la invisible red de la información permanente, terminan de vestir a la esfera con su túnica globalizada.


Constantino entra en Bizancio en el 330 con una esfera en su mano, así como también lo hicieran los señores del papado, sumándole a la esfera una cruz y los emperadores poniéndosela sobre la cabeza. También hubo quienes llevaron la esfera a cuestas como Atlás, y quienes se sentaron sobre ella como el pensador de Rodín o la detuvieron con el pie como San Francisco o La virgen María, quien además la envuelve con su manto.

Después de la sphaira como figura óntica-cultural surge el globo, emancipando su territorio terrenal del territorio estelar, para gloria de los imperios por venir. El globo terreno implica control y poder terreno. Son muchas las muestras de lienzos con esferas en mesas, repisas y anaqueles de los patricios y emperadores. Y aunque  internet  cambiado mucho la parte material de los oficios, todavía hace poco no se era intelectual serio sino se tenía un globo terráqueo sobre la mesa.
Con la sofisticación del poder imperial, que logra mantener la dependencia religiosa, ideológica y económica  montándose sobre la esfera que ya no da la vuelta al sol, sino que es el dinero el que da la vuelta al globo terráqueo, ( Peter Sloterdijk).
El inicio de este movimiento globalizado, de este nuevo rapto de totalidad como teoría para los espectadores y no actores del mundo, que siguen deseando la fusión con el absoluto, se puede ver con los primeros virreinatos y sus claros territorios de asignada periferia, marginalidad e indigencia topográfica.

Lejos del centro, del eje de la antigua esfera tribal cuerpo –mente del absoluto, convertida en un poco de cientos de años después, por filósofos dicotómicos anacoretas,  en un globo demarcado con sellos imperiales (Sur: infierno. Norte: cielo, etc), y luego, en estos días de recuento de la postmodernidad, en un esqueleto de globo envuelto por una burbuja de energía simbólica llamada dinero, que disfraza el centro por islas de tensión ideológica, siempre se es más pobre, y siempre se es, raptado bárbaramente, “como acción de llevarse a la fuerza a alguien con el fin de  someterlo, o negociarlo” por  la horda de las bestias, en el significado más antiguo  que se puede dar a la enajenación y a la perdida de identidad. ¿Hacia donde nos lleva entonces esta nueva teoría de la esfericidad llamada globalización? A la desesferización finalmente.