lunes, 4 de noviembre de 2013

 

 

 

 

                                                             Camposanto

Estoy a oscuras y llueve afuera. Como personaje de la caverna platónica (imaginémonos que estos personajes estaban a oscuras porque era de noche y afuera el mal tiempo reinaba) espero. Espero que la luz atraviese las paredes y me ilumine y defina el material con el que fui hecha y la sustancia que me sostiene en el mundo, pero no llega.

Sigue la oscuridad mientras que afuera los rayos abren el cuerpo de la tierra golpeando en su camino, casas y seres, edificios y aeropuertos, computadoras y teléfonos, en el antiguo ejercicio de poder telúrico que busca acomodar el mundo una y otra vez a imagen y semejanza de nuestros deseos. Antes bosques y ahora redes y tics. Hambre siempre.

Dioses del rayo, de la piedra, del río, del mar, de la montaña, dioses del cielo y las estrellas en constante amenaza, señalamiento y regaño. ¿Por eso nos metimos en cuevas, por eso hicimos altares, por eso sentimos miedo?
Por eso fuimos anidando, hermanando, edificando, abrazo con abrazo, cobijo con cobijo, la idea del amor como un ungüento caliente para el desamparo universal, mientras iban y venían de la cueva nuestros seres queridos abrumados, heridos y cansados.

A oscuras, pero con dioses. A oscuras, pero con el recuerdo de los que no volvieron construimos los pueblos y recordamos las fechas de las partidas y los regresos.

Un pedazo de luz de estrella se cuela ahora por el techo y parece que me habla. Mi corazón revolotea porque recuerda entonces que es parte de ella, de su luz poderosa y cósmica. Entonces sin ninguna explicación filosófica, mi corazón ama la estrella porque su extraordinaria luz le empieza a dar vida a las formas y poco a poco la oscuridad deja de ser total. Como también cesa la lluvia y los animales poco a poco salen de sus refugios.

Y luego salimos nosotros los humanos dispuestos a encender un fuego para agradecer a la diosa estrella el buen tiempo. Cantamos y bailamos hasta el amanecer dispuestos a no volver a la cueva. Y así será por mucho tiempo...

Pero la cueva sigue allí…, y nuestras espaldas lo saben. Saben que parte de la vida es dada a la oscuridad y a los recuerdos. Sin ellos, no escribiríamos poemas ni cantaríamos, ni inventaríamos el fuego, los tamales, el teléfono..., ni por supuesto, pintaríamos las piedras soñando con la luz poniéndoles  por nombre “camposanto”.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Paisajes: El tercer cuerpo


 

 

 


                                         Paisajes: El tercer cuerpo

La Real Academia de la Lengua Española, define al paisaje de la siguiente manera:
1. Extensión de terreno que se ve desde un sitio.
2. Extensión de terreno considerada en su aspecto artístico.
3 Pintura o dibujo que representa cierta extensión de terreno.

El vocablo paisaje en castellano, fue tomado del francés paysage, conservando el mismo significado: representación gráfica de la geografía y cultura de un país desde el punto de vista de un observador. La etimología del concepto paisaje en inglés (landscape), proviene del vocablo holandés landschap. Éste último pasó a la lengua inglesa, a través de los siglos XVI y XVII, refiriéndose tanto a la apariencia visual de la tierra como a su contenido en términos de significantes identitarios.

Actualmente la idea de paisaje aborda el sistema de interrelaciones conformadas por el medio ambiente, ( oikos) y el  sistema de producción como cadena de bienes y símbolos de poder para conformar  nuestra identidad como habitantes de un lugar.
El paisaje no solo es representación sino que la genera. Como paisanos, payeses,  de un país que es retroalimentado  en su expresión material, morfológica, en tanto resultado de sus prácticas e ideologías.

Ecosistemas agrarios, urbanos, mixtos. Barriadas, fincas, fábricas, centros comerciales, son el resultado de esta huella humana que nos va conformando como un tercer cuerpo, siguiendo la tradición hermeneútica. Huella de memoria individual y colectiva que nos conmueve y nos enmarca el actuar y el soñar.
Los habitantes somos parte del paisaje como el paisaje lo es de nosotros mismos. Un paisaje cargado de almas, como sugieren los chinos y orientales en sus definiciones al respecto. El paisaje es la mirada de un ojo que expresa el espíritu de su tiempo hecho materia.

El paisaje no es un fragmento geográfico es la materialización de la historia humana en su actuar sobre la tierra, sobre los territorios.
Desde la comunidades dedicadas al culto de las estrellas, a las comunidades dedicadas a la explotación de la madera o de los recursos turísticos, allí van quedando las marcas sobre la pelota tierra. A veces feas cicatrices, otras veces maravillosos jardines y salvajes selvas.

¿Qué son los países más que sumas de paisajes cual cuentas del collar  territorial imaginariamente dividido?
Reconocer el paisaje como un tercer cuerpo donde vive el ser humano es parte fundamental de la política, que debería velar por medio de su planificación pública para la conservación de los paisajes patrimoniales y del alma misma de sus paisanos-ciudadanos, más que de los paisajes que necesitan conservar o crear sus inversionistas y socios empresariales. 
De las iglesias con sus plazas como ejes sociales a los malls hay un cambio radical de paradigma.
 ¿Qué es lo que apreciamos al experimentar el paisaje como tercer cuerpo?

sábado, 10 de agosto de 2013

Sirenas del cielo, sirenas de la tierra.




                                    Sirenas del cielo, sirenas de la tierra.

Al final del libro X de La República de Platón, el filósofo nos narra como la vida se conforma alrededor del movimiento de los siete círculos que las esferas generan en correspondencia con la casa del cielo.
Una casa universal cada vez más conocida por los instrumentos que la ciencia viene aportando en el últimos años, dando certeza a la especulación filosófica.

Movimiento circular que explica Platón, es uniforme y en uso, según la falta de necesidad, o más bien, la oportunidad que lo posible alberga mientras elabora el plan de lo contingente ante lo necesario.

Encima de cada uno de estos círculos, dice Platón,  va una sirena que da vueltas también y emite sonidos en el mismo tono de la esfera que corona para sumar entre todas las sirenas un único gran acorde.

La música de las esferas es la música de las sirenas que lanza al cosmos su vibración de resistencia y vida. 
Es la música del cosmos estructurándose y creciendo, sobreviviendo a  su propia necesidad de existir y ser.
Pero no solo se trata de las sirenas coronando las esferas en tanto  personajes femeninos, también Platón nombra a otras tres mujeres. Cada una de ellas está sentada equidistantemente de la otra en su propio trono : se trata de las Parcas, hijas de la Necesidad,  que vestidas de blanco cantan también al son de las sirenas: Láquesis, reina de las cosas del pasado, Cloto reina de las cosas del presente y Átropo, reina de las cosas del futuro.
Las tres cantan los tres tiempos de  todas las cosas para contribuir a escribir la música de las esferas, la que nos sostiene en el vibratorio ejercicio de las matemáticas y los hilos  que nos corresponden en la armoniosa aritmética del buen funcionamiento y por lo tanto de la belleza.
Composición de la vida que une al lenguaje de las vibraciones con el lenguaje de los átomos y este a su vez al lenguaje de las consonantes y las vocales. Se trata de escribir la música de la vida con partículas diferenciadas que nos conforman y nos conmueven según la necesidad de llenar el vacío en medio del vacío. 
Se trata de crear el sentido en medio del caos, de cantar la historia en medio del silencio, de conformar la materia según el baile y el canto de las sirenas acompañadas por los tres reinos temporales, lo únicos que conocemos y que como bien dice Platón son hijas de Némesis,  el blanco ganso que cubre con sus alas la cuna de las estrellas nacientes y cuida los secretos de amor.  La narración de esta historia hilada con magistral ficción filosófica es la explicación  para mi más bella para  entender el origen de la armonía y la idea de belleza como práctica viva en el cosmos.  Belleza que incluye la música interior que por cierto… es la armonía que produce  la buena moral de las almas. 
Así que sería recomendable oír el canto de las sirenas  (a la luz del pensamiento de Eugenio Trías), que llevamos por dentro, aquí en la tierra, para saber el estado vibratorio de nuestra mente - cuerpo y según el resultado armonizar nuestros pasos.

jueves, 25 de julio de 2013

    Mi espíritu es más moderno que tu espíritu.


                         
                           
                                           

Pareciera que en la medida en que las sociedades se alejan de las religiones tradicionales, crece el número de enfermos mentales o de enfermedades mentales registradas como tales. Es una asociación muy aventurada la que hago pero poniéndonos a pensar en la necesidad del ser humano de trascender las imposibilidades de la vida, y sobretodo de limpiar la culpa mediante procesos terciados, como una confesión ante otro o mediante un proceso de depuración penitente, podría tener consecuencias la pérdida de estas prácticas sobre la psiquis. Solemos pagar las culpas y limpiar la contabilidad del alma   en las romerias y en el control impuesto por las reglas que concordamos seguir, al ser creyentes de unos mandamientos sagrados para seguir el camino, la vida.
 
La vida, esa extraordinaria historia que nos toca vivir llena de sufrimiento y pérdida, a partir del nacimiento, necesita sus valbulas de escape y sus procesos de drenaje. Una angustiosa soledad puede llevarnos a la tristeza más profunda. Una derrota, una incapacidad, un miedo atroz, una incertidumbre  constante… La pobreza y el abandono, la riqueza y el carnaval… en fin! Somos seres modelables al entorno y el contagio de las emociones es el pan de cada día en las medios de comunicación, en las campañas electorales, en las modas etc. 
Practicamos el odio y nos contagiamos del odio. Practicamos el amor y nos contagiamos del amor.  
¿Qué sigue ahora? ¿ Que hacemos sin estas prácticas religiosas para sobrellevar sin santos y vírgenes, esta inestable existencia? ¿Las pastillas psiquiátricas? Porque creer que las emociones que antes eran encaminadas por la fe son malas y necesarias de controlar a fuerza de química parece que es el mensaje de las sociedades occidentales.  Por otro lado existe otro mensaje que  contrarresta poco a poco esta pérdida. Se trata de las emergentes prácticas de espiritualidad consciente, donde las personas entablan una relación directa con la espiritualidad y dejan para su propia consciencia la tabla de los diez mandamientos, esta vez relacionados con todo el ecosistema humano, cósmico, como un todo. Meditar, hacer yoga, tai chi, soltar recuerdos, perdonar malas emociones, desapegarse… en fin… un camino más ligero, ¿más a la medida de nuestras posibilidades? Un  camino nuevo, globalizante, planetario apuntando a un futuro social diferente…
Aunque también por ese camino pululan los guías espirituales, los gurus, la estratificación y los vividores de los otros… de nosotros, los sedientos pasajeros de la vida que buscamos el abrazo del alma que perdimos al nacer y que recordamos, emoción tras emoción en un emulador ejercicio de permanencia paradójicamente temporal.
Pero nos vamos, pero morimos, pero no somos ángeles, ni sirenas, ni superhéroes y menos solipsistas en la cumbre de una roca.
Una práctica espiritual a la medida de nuestra actual fragilidad, podría ser una buena propuesta a la hora de  vivir más el presente en la tierra y menos el futuro en los cielos a pesar de su anuncio de eternidad.  

martes, 14 de mayo de 2013




Mis piernas

Todavía recuerdo los artículos en la revista Selecciones sobre el cuerpo. Me gustaba leer: "Soy el hígado de Juan" o "Soy el corazón de Pedro", etcétera. Las mujeres parecía que no teníamos cuerpo o por lo menos alguien que escribiera sobre nuestros cuerpos más allá de lo que servimos para la reproducción humana y el placer. Por eso hoy quiero rendirle tributo a mis piernas. Al igual que lo hiciera en su día Walt Whitman a su cuerpo eléctrico. 
Recientemente se ha demostrado la relación inherente y pasmosamente biunívoca entre nuestro cuerpo y el conocimiento que tenemos del mundo. Dice el neurólogo Damasio que conocemos la realidad por medio de mapeos mentales que logramos hacer, a partir de lo que mejor conocemos: nuestro cuerpo  y sus dimensiones. ¿Hay algo que nos de más  confianza y seguridad que nuestro propio territorio corpóreo?  Desde los primeros días de vida iniciamos el dibujo de estos mapas y es así que nuestra mente establece medidas de las cosas a partir de la medida que tiene del propio cuerpo, y es, partiendo de estas medidas, que crea las imágenes de la realidad. La importancia de esta relación apenas inicia sus estudios.
En mi caso, pongo de ejemplo a mis piernas, porque es a partir de ellas que me comunico con el mundo material, más allá de este mundo de las palabras.
Le debo todo a mis piernas: caminar, saltar, andar en bici, nadar, poder moverme y trasladarme de un lugar a otro... pero también poder detenerme, hacer un alto, sostener un bulto, recoger una moneda, aplastar una alimaña. Mis piernas son sagradas para mí. Me han acompañado en las malas y las buenas y con ellas he aprendido lo que es el dolor de una quebradura y la imposibilidad del movimiento por muchos días. Sé lo que es oír cómo se rompe un hueso propio y cómo se sana. Esperar que el cuerpo sane es todo un proceso mente-cuerpo. Y es precismanete en ese trance cuando entendí muchas más cosas de mis piernas: ellas han sido mis paredes y mi soporte. Han sido mi sostén y también mis columnas angulares en el imagianrio de mi vida. Construí mapas por medio de sus pasos y de su fuerza más allá de sus propias dimensiones. Dibujé mapas simbólicos y de sistemas humanos hasta que estas dijeron no puedo más con este peso y cedieron a su suerte en el plano físico.
Mis piernas no son eternas y ahora debo cuidarlas más que al resto del mapa corporal. Cuidar de su tibia, su peroné, su nervio ciático y safeco, vigilar sus venas, tornillos, pines y músculos.
Mis piernas, mis columnas reforzadas, cada día están más lejos de ser una perna o pernil y cada día están más cerca de ser un símbolo de victoria ante la vida. Ando con ellas como con dos medallas, como con mis recuerdos, como con mis marcas de guerra, cicatrices y retos. Valen más que cualquier título académico o un rosario de piropos a la luna.  Mis piernas merecen mantenimiento:  un poco de descanso, un tanto de ejercicio y mucha conversación. Cada vez que puedo las llevo a desfrutar del paisaje y nos tumbamos a ver el mar. Ellas dicen que son ellas las que me llevan y las que intervienen en cualquier consideración en torno a la escenografía de todos mis personajes. Tienen razón.  Suficiente razón como para que sonríamos, celebrando el milagro de la cartografía humana y la consciencia cómplice de la carne.
 

sábado, 16 de marzo de 2013

FABULA DE MUJERES VIAJANDO CON ESPEJO

               

                            FABULA LAS MUJERES VIAJANDO CON ESPEJO

Soy una mujer crecida y educada por el estado y la iglesia. Una mujer que trabaja y piensa en una vida mejor en tanto que la vida es un sistema de todos. -Amar al prójimo como a ti MISMO- fue el objetivo de esa educación recibida.  ¿Pero quién era ese mi mismo? Una creciente consciencia de invisibilidad me fue envolviendo. ¿Dónde estaba la referencia a mi persona mujer, a mi amor propio? ¿Dónde en la historia del país, del mundo se mencionaba mi gestión de manera igualitaria a la gestión de los hombres? ¿ En que espejo me miraba que no fuera dónde salía el diablo, la segua, la reina mala, la mujer brava?
Crecí con la consciencia de habitar en un cuarto oscuro sin donde mirarse. Crecí con la consciencia de que no existir era parte de ser mujer. No molestar, no exigir, no decidir, no interpelar, no pedir demasiado.... y a cambio mentir, manipular, seducir etc.
Un mundo interior fue creciendo dentro de esa celda de inacción tan históricamente femenina en la que reconocí encontrarme. Un mundo lleno de fantasías, dónde el amor a borbotones me era regalado en muñecas, canciones, películas y toda clases de sublimaciones románticas. Un mundo bello y bueno a la medida de Platón mientras que el mundo exterior, público, afuera hervía entre guerras, danzas y manipuleos troyanos, cambiando sus fronteras y afanes según los vencedores del escenario, sino sucio, feo y maloliente.
Por supuesto que un día me pregunté como sería la vida afuera. Me gustaba el sol, me gustaba andar en bicicleta y decidir doblar la manivela para un lado o para el otro según me lo pedía el camino. ¿Podría ser conductora de una  nave para mí sola y dejar de ser pasajera ?
Inicié un viaje al centro del patriarcado desde la invisibilidad. El viaje ha sido duro. Ladrones, timadores, vendedores de aire, toda suerte de abusivos, como de abusivas, me he encontrado en el camino. He peleado varias guerras perdiendo pedazos de mi cuerpo. He perdido la alegría y llorado muchos muertos en mis muertes. Me he contaminado de  rabia y he vomitado las sobras de la injusticia. A golpes de carne molida  habita mi espíritu por las noches cuando recuerda viejas contiendas. Ya no me expongo como antes. Soy mejor guerrera. Escojo cuando pelear. Aprendí a usar la invisibilidad a mi favor como tantas otras mujeres mientras el patriarcado sigue brillando con sus espuelas de plata y viejos boleros. Con su billetera y su liturgia mitómana. Con su Adán extraviado y su descomunal presencia en el destino del mundo.
Sigo viajando.  Hay rutas ya conocidas y seguras. En ellas he logrado hacer un jardín pequeño pero bellísimo dónde antes no había nada.  Me detengo y huelo el perfume de sus flores. Entonces vuelve a palpitar mi mundo interior y con el todas las promesas de las sabias virtudes se reflejan en el espejo que he construido. Es un espejo donde me veo. Mirá -digo- SOY, tengo nombre y ocupo un espacio.  Me muevo, trabajo. Puedo transformar un pedacito de mundo y  guiar a otras  y otros en el camino.
Ahora soy mujer con espejo y fabula propia.
 Una fábula que lentamente se hará oír junto con otras fábulas sobre mujeres viajando, luchando, queriéndose de verdad para así querer a los otros de verdad. 
Yo la apunto aqui para que no se me olvide porque los días van de prisa y no vuelven y el camino siempre sigue fuera de la celda, incómodo, violento, inabarcable pero fértil.




viernes, 1 de marzo de 2013

Amistad: fuerza en la batalla



                                                   Amistad: fuerza en la batalla
Son las cinco de la tarde de un jueves de febrero. Afuera el sol se hamaca en el viento de una luna llena que cuenta los minutos por salir. Tomo café recién hecho y me pregunto que tomaba antes, en las tardes en que estudiaba el bachillerato. -También café, pero mucho menos que ahora- me respondo y asiento con la cabeza. Menos café, porque recuerdo que en ese tiempo siempre corría de un lado para otro. Caminaba y volvía a correr  entre plan y plan grupal. Eran tardes de agua y estudio, de limonada y deportes, de cerveza y canto. A excepción de las tardes de luna llena. Para mis amigas esas tardes eran un verdadero simulacro de carpa de batalla. Nos reuníamos a planear la noche por venir como si esta fuera la última del planeta. Para ese gran evento, tomábamos gingirel y ron, nos cambiábamos la ropa varias veces, ilusionándonos con las rutas que imaginamos. El ritmo de la tarde lo iba construyendo la música según la escenografía de nuestros sentimientos y fantaseos. Pero lo importante, lo verdaderamente importante  era que la materia de nuestros sueños era muy similar en las tres amigas.   La amistad nos había otorgado esa mímesis, esa fuerza de las pasiones compartidas  que compensaba con creces a la edad de la insatisfacción.
Juntas navegábamos el silencio moliente de los padres. Juntas leíamos las primeras teorías que ordenaban nuestro caos personal. Juntas redimíamos las primeras heridas del amor y juntas volábamos por los aires del futuro. 
Como este jueves de febrero del 2013, pasamos muchos jueves acompañándonos en la inauguración de la vida; un brindis por los viajes, otro por la libertad, otro por la lucidéz… entonces la luna aparecía con su sed errante y nosotras guardábamos silencio tranquilas de tenernos como testigos. Crecíamos y nos observábamos. Crecíamos y nos criticábamos. Crecíamos y nos asustábamos..pero juntas, acompañadas. La batalla era de tres.
Hoy recuerdo esas tardes como un homenaje a la amistad. Un trozo de tiempo para cada una como un queque de cumpleaños a toda una  vida.
Mi adolescencia  es el recuerdo de esas tardes conspiradoras. Doy las gracias por haber tenido amigas y seguir teniéndolas.
Un amigo es un tesoro dice el refrán y es cierto..pero tener amigos es, como todo en la vida, más que una disposición, una práctica. Una práctica que se enseña en la familia.
Mis padres me enseñaron el aprecio por la amistad. Por los amigos del alma y los amigos de la vida. La amistad se cultiva como el amor… así decía mi padre. Se abona, se poda, se riega al estilo principito. Difícil para quien todo es inversión, fácil para quien todo es compasión. Esas tardes no son negociables en mis recuerdos. Son parte de lo que soy ahora. Me formaron y estando ya al tanto de que los ríos no se devuelven, me conformo con el alivio del recuerdo en la mente y en las fotografías que guardo.
Mi padre guardó una fotografía con sus amigos de la vida. La fotografía fue tomada en Cartago y se nota que fue una ocasión especial. Una ocasión del alma. La foto es bellísima: un grupo de hombres jóvenes, talentosos y sobretodo cómplices: un biólogo naturista, José Manuel Rojas, profesor de ciencias, homeópata de larga vida. Un filósofo de abundante prosa y largos estudios, Luis Barahona, mi padre. Un abogado, Carlos Camaño y un prolífico y emblemático pintor también de larga vida: Marco Aurelio Aguilar. Me puedo imaginar sus conversaciones, sus consejos, sus reflexiones…En el momento de la fotografía los esperaba una vida por delante llena de logros, aciertos y fuerza en la batalla, para ese Cartago de los años 30.  

sábado, 9 de febrero de 2013

tiempos diacríticos




¿Qué pensar, qué saber, qué desear, qué hacer?

 Me pongo en la piel de los  jóvenes que inician el camino de las preguntas, con la clara intención de obtener las respuestas por parte de los profesores, en el mejor de los casos, o por lo menos de ser encaminados en la acción de abrir los cerrojos del conocimiento.
Claro que esto es una fantasía. Los profesores seguimos preguntándonos, y no respondiéndonos, con la desazón muchas veces de transitar caminos del pensamiento estériles o inadecuados para el presente.
Los profesores muchas veces nos detenemos a regodearnos con el ego a vista y paciencia de los alumnos, haciendo de nuestras clases púlpitos o audiencias cautivas hasta el colmo del enamoramiento y la dependencia. Los profesores muchas veces somos niños pequeños que seguimos en el Alma Mater como se sigue en un gran útero alimenticio, haciendo de nuestras pequeños grandes descubrimientos las hazañas de la vida. Cuando claramente la vida sigue con todas sus señales fuera de la academia y con ella sus demandas y su oportunidad de dar respuestas.

¿Qué es el arte…?  si todavía existe como definición. ¿Qué estudia  el campo de la estética, para que diablos sirve y que sentido tiene pensar en lo bello, en un mundo donde ya sabemos que el deseo no es un instinto ni una pulsión subjetiva, sino un aprendizaje cultural, una construcción social regulada a través de instituciones como la familia, la escuela, el estado y los medios de comunicación.

¿Qué sentido tiene pensar un mundo reconocido como androcéntrico, cuyas estructuras de división sexual, delimitan la distribución del poder y del saber, así como también la canalización de los deseos y los derroteros de identidad subsecuentes, que son,  a su vez, las guías para pensar en lo bello, en lo que realmente es objeto del deseo.

¿Y de que sirve pensar en lo bello si ya nos inducen a desear, a sentir, a ser? Ya no es secreto. Nuestros deseos están regulados por un sistema global del capital donde es el mercado el que reinventa nuestros imaginarios provocándonos y vendiéndonos la belleza y el deseo en un continua presentación de novedades que opacan al original instinto, provocando un estado de insatisfacción constante y por lo tanto de dependencia e infantilismo emocional.

¿Qué hacer,  escribir, inventar, soñar…?
Si todo se produce en metralla como una suerte de continuos ejercicios de voluntad creativa, cortos, siempre en espera del siguiente, rápidamente olvidados por falta de un  pathos comunitario real o por falta de empatía que restituya a la poiesis en su lugar inicial dentro de la polis como manantial cognitivo. O bien, sin estructura o telos que nos indique que el fuego sigue siendo fuego, el tiempo tiempo, y el deseo deseo.  
¿Qué esperamos del arte? ¿Qué esperamos de nosotros y de la sociedad?  Qué o que. 
 Preguntas, preguntas, preguntas….

sábado, 26 de enero de 2013

El cuento del elote feo, lo bello y la resistencia.


                                   

       El cuento del elote feo, lo bello y la resistencia.  

Hace unos meses sembré un pedacito de tierra con maíz criollo. El maíz creció contra ventisca y cambio climático si ningún problema hasta dar de tres a cuatro bellas, para mí, mazorcas por planta.
Mi producción culminó con dos canastos llenos de mazorcas brillantes, irregulares en tamaño y forma, de granos disparejos y con un sí y un no faltante en muchas de la líneas previstas para ellos en las mazorcas.  
Corrí a comérmelos y a compartirlos con alegría, ya que mi inversión no fue más allá de la semilla, el tiempo y el cuido del pedacito de tierra para que no se enmontara mucho. 

También quería que los niños y las niñas supieran lo que era sembrar y cultivar una planta tan rápida en crecer y de producción tan vistosa como la mazorca, para que, al comerse ellos el resultado, la lección fuera memorable en el sentido de que ellos, como cualquier otro ser humano estaban capacitados para cultivar sus propios alimentos sobre la generosa madre tierra. Hecho que muchos niños desconocen ya que al parecer los alimentos para ellos se dan por generación espontánea en un lugar que se llama el super.

Días después  pregunté que tal sabían los elotes que les regalé y una niña absolutamente cándida me contestó que no se los pudo comer porque al llegar a la casa vio que estaban feos, no como los amarillos bonitos que compraban en el super, así que fue el perrito el que terminó comiéndoselos.
Cuento esta historia porque es un ejemplo del grado creciente con que las nuevas generaciones ignoran, olvido sobre olvido de padres a hijos, la totalidad de la cadena alimentaria. Me refiero a la parte de la producción y el cultivo, ya que  solo se les informa en sus casas y en las escuelas de la parte del consumo: lo que hay que comer y para qué.  No lo que significa la creación un solo elote feo. Digo elote feo porque es mi símbolo de un regalo otorgado por la selección natural y que hemos olvidado a cambio de la perfección manipulada  muchas veces genéticamente. 

Así que ahora que llegan los transgénicos mucho ojo a quien confunde valor y precio. A quien no valora las marcas en la piel de las frutas y verduras. La asimetría en su forma como cicatrices de sobrevivencia no es imperfección, es la manifestación de un triunfo. Por eso la semilla es un valioso cofre guardado con sigilo en la memoria de los pueblos
Al igual que una piel humana curtida, con músculos y zonas más desarrolladas que otras, con cicatrices como resultado de su propia historia de vida, existen elotes feos. Deliciosos maíces que sacan de la hambruna y sobretodo, glorifican el trabajo y la historia de nuestros pueblos con su propia y extraordinaria resistencia. ¿No es eso belleza?