El rapto sublime. La
esfericidad y el Dios total.
- Orígenes del concepto de
Globalización-
DORELIA
BARAHONA
El rapto sublime
Es muy posible que la idea de rapto como
acción que va más allá (mucho más allá)
de “llevarse a la fuerza a alguien con el fin de someterlo, o negociarlo”, haya tenido sus
orígenes en el siglo VI. El maravilloso siglo donde coexistieron personajes tan
ilustres como Pitágoras, Confucio, Buda y Lao Tse, entre el resto de los
caminantes coetáneos.
En ese momento todavía los dioses, en
constante cacería por el universo,
sostenían la costumbre de raptar doncellas mal puestas. De hecho el
rapto de Europa por el toro – Zeus, sigue vigilando el sueño de la razón y
también los muchos raptos que ha tenido la historia de manos de “bárbaros”. Recordemos a Proserpina. El rapto sigue alimentando hoy por hoy, el ideario racista
entre moros, godos, paganos, nómadas, musulmanes, negros, orientales, indios (
todos posibles raptores) y cristianos, romanos, sajones, blancos ( todos
posibles víctimas como consecuencia).
Pero la idea de rapto más allá del cuerpo: rapto del
yo y el ello, rapto de sí para sí,
similar a un estado inevitable de embriaguez física unida al mismo tiempo a la
embriagues mental, es más antigua todavía de lo que Pitágoras o Confucio
pensaron, mientras sistematizaban en sus
escuelas los diferentes pasos para lograr sentirse “raptado por el chi’ o la
esencia”.
Este rapto de la parte(la sed) hacia el todo(el
absoluto) se originó, paradójicamente, entre costumbres “bárbaras”, tribales,
que solían manifestar su fusión de nuevo, porque nunca la dieron por perdida
del todo con los dioses primordiales, por medio de trances o raptos vividos en
el cuerpo - mente, inducidos por sacrificios, música frenética, danzas,
borracheras, drogas, orgías, etc.
“Perezco de sed, dadme a beber el agua de la memoria”
dice un ladrillo sacramental, órfico. (Peter Sloterdijk.
Esferas. Ed. Siruela)
Un paso adelante en
esta construcción del rapto total, del fragmento que vuelve a completar la esfera es la meta de estas
ceremonias órficas. Más que el simple olvido orgiástico es el recuerdo de la
memoria que una vez poseíamos, cuando no éramos fragmentos de una misma forma
sino parte de ella. Cuando la palabra orgía
no significaba una francachela sino un éxtasis “religioso” liberador de
la rueda de los renacimientos y el recontacto con los poderes de la naturaleza
hechos Dios, al igual que lo hicieran las tribus de América precolombina y
muchos grupos de diversas prácticas religiosas en la actualidad.
Y es en esta
práctica de la catarsis que se daba una síntesis entre intuición religiosa y
ciencia racional, síntesis perdida ya hace muchos años para el occidente tradicional.
El mismo anhelo de
liberarse de las pasiones, de la muerte
y el vacío, es el que orienta a desear reencender la chispa divina
(recordar de nuevo lo que se ha olvidado) en uno. Posteriormente veremos muchos
de estos raptos entre los místicos católicos como San Agustín y Santa Teresa
quienes literalmente hablan de ellos en sus escritos. Santa Teresa es raptada a
pesar de ella misma y apasionadamente “arponeada” por el éxtasis que produce la
luz del amor divino.
Pitágoras
jerarquizó por primera vez en la historia de occidente, los procedimientos para
acceder a estos “raptos”. La síntesis era la armonía unificadora de la música
por medio de los números ( los pitagóricos empleaban la medicina para purgar el cuerpo y la música
para purgar el alma, siguiendo la más vieja escuela terapéutica en la que el
enfermo, si tenía las cuerdas del alma desafinadas, o muy flojas o muy tensas,
era emocionado por una violenta música, danzando hasta el frenesí para caer
luego en un sueño reparador, ( preludio de su sanación ) semejante a un rapto
provocado por el agotamiento que le devolvería la armonía del uno, o la
unicidad armonizada.
Desde no comer carne hasta lograr contemplar la
síntesis, la esencia en la armonía de las formas y en la danza de los números. Deleite y
liberación. La ciencia era usada para completar lo eterno.
En aquellos años en que los dioses raptaban de lo que
carecían para ser realmente absolutos, la astronomía, la estética, no se
diferenciaban en el ejercicio de la razón. La teoría solo era un medio para
lograr que los “espectatheoris” se identificaran con la emoción de divina.
Del éxtasis de
los ritos, de los primeros raptos
filosóficos al éxtasis del descubrimiento intelectual conciente, entre
versos metafísicos y simbolismos fundacionales, hasta alcanzar el concepto
actual de teoría donde si se separa la fe y el ingenio, de y la razón, donde el
rapto ya ha pasado de moda como forma de conocimiento. Ya que el rapto, tan
antiguo como lo humano, implica descontrol, enajenación y hasta locura.
Orígenes del concepto de globalización
Pero antes de que esta inicial función de la teoría
se dividiera, fragmentándose, como Marduk desmembrado en la noche cósmica, como
cuadrante de ciudadela romana, las primeras ideas sobre la totalidad del mundo
y sus diferentes manifestaciones entre los humanos, semejaban verdaderos raptos
de intuición intelectual y adivinación
emocional de la realidad, como quien da palos de ciego, circularmente en la
arena de las alegorías sobre la incertidumbre y el devenir, al mejor estilo
platónico: con un tenue vislumbre de fondo
en la esfera-caverna.
...
Pero aunque no lo queramos el bárbaro interior,
(pulsión de sobrevivencia, entre el amor- lucha- y la muerte) sigue raptando a la
princesa exterior (políticamente, legalmente, científicamente correcta).
Sus raptos siempre nos señalan el abrazo – fusión con
la totalidad deseada; el perfil de esa esfera cálida y conocida desde la
antigüedad. La misma que simbólicamente hemos construido, polis, tras polis,
religión tras religión hasta llegar a la actualidad bajo el nombre, esta vez
de: Globalización.
Y aunque ahora sepamos que los cuerpos celestes son
esféricos por la uniformidad, la isotropía del espacio, ausente de direcciones
privilegiadas y por el carácter central de sus fuerzas que así lo favorecen,
siendo la función de esfericidad su propia estabilidad como objeto; antes, solo
sabíamos que la sphaira o bola del mundo y del cielo, ya lo decían Empédocles
y Parménides, era la forma del Dios único que trasladaba con su carácter de
individualidad-esfericidad a la “inspectio” a su nueva casa de la
“circunspectio.
Ya la observación de esta esfera ingénita, figura
ecuménica del monocosmos monoteísta, necesita pensarse a la distancia de la
polis para hacer teoría, es el momento de
distanciarse de la comunidad al mejor estilo neo platónico. Pensar la
esfera significa enajenarse en la inmensidad como una función localizada en su
cuerpo físico y para eso es ideal la abadía, el monasterio y las cortes. Y
desde allí los pensadores de la esfericidad, de la unicidad y de las
proporciones como partes de una totalidad, desde G.Bruno, Vitrubio, Hegel, a
J. Verne fabrican (a veces son raptados) sus nuevos sistemas relativos a
la esférico en el arte, en la ciencia y en la política, siguiendo el movimiento
de las nuevas rutas que van recorriendo el globo terráqueo, optimistas en su
acción, ya que siempre pensar en la totalidad y no en el fragmento o la parte
(lo semejante y lo distinto) da ganancia de plenitud y poder.
Es solo cosa de tiempo para que una nueva ruta se
vaya tejiendo: la red faltante: el
sistema esférico del dinero y la comunicación.
La economía global, y la invisible red de la
información permanente, terminan de vestir a la esfera con su túnica
globalizada.
Constantino entra en Bizancio en el 330 con una esfera
en su mano, así como también lo hicieran los señores del papado, sumándole a la
esfera una cruz y los emperadores poniéndosela sobre la cabeza. También hubo
quienes llevaron la esfera a cuestas como Atlás, y quienes se sentaron sobre ella como el
pensador de Rodín o la detuvieron con el pie como San Francisco o La
virgen María, quien además la envuelve con su manto.
Después de la sphaira como figura óntica-cultural
surge el globo, emancipando su territorio terrenal del territorio estelar, para
gloria de los imperios por venir. El globo terreno implica control y poder
terreno. Son muchas las muestras de lienzos con esferas en mesas, repisas y
anaqueles de los patricios y emperadores. Y aunque internet
cambiado mucho la parte material de los oficios, todavía hace poco no se
era intelectual serio sino se tenía un globo terráqueo sobre la mesa.
Con la sofisticación del poder imperial, que logra mantener la dependencia
religiosa, ideológica y económica
montándose sobre la esfera que ya no da la vuelta al sol, sino que es el dinero el que da la
vuelta al globo terráqueo, ( Peter Sloterdijk).
El inicio de este movimiento globalizado, de este
nuevo rapto de totalidad como teoría para los espectadores y no actores del
mundo, que siguen deseando la fusión con el absoluto, se puede ver con los
primeros virreinatos y sus claros territorios de asignada periferia,
marginalidad e indigencia topográfica.
Lejos del centro, del eje de la antigua esfera tribal
cuerpo –mente del absoluto, convertida en un poco de cientos de años después,
por filósofos dicotómicos anacoretas, en
un globo demarcado con sellos imperiales (Sur: infierno. Norte: cielo, etc), y
luego, en estos días de recuento de la postmodernidad, en un esqueleto de globo
envuelto por una burbuja de energía simbólica llamada dinero, que disfraza el
centro por islas de tensión ideológica, siempre se es más pobre, y siempre se
es, raptado bárbaramente, “como acción de llevarse a la fuerza a alguien con el fin
de someterlo, o negociarlo” por la horda de las bestias, en el significado
más antiguo que se puede dar a la
enajenación y a la perdida de identidad. ¿Hacia donde nos lleva entonces esta
nueva teoría de la esfericidad llamada globalización? A la desesferización finalmente.