sábado, 24 de octubre de 2009

El lobo el pájaro y el arte


El lobo el pájaro  y el arte.

 

Entro a la página en blanco y en lugar de escribir me voy detrás del pájaro perdedor. Quiero decir, el que con su canto pierde a los caminantes cuando entran al bosque.  Vienen a mi mente entonces diferentes acontecimientos  y no hay manera de que regrese a lo que tenia que escribir. Pienso en Costa Rica como un lugar donde se muere la gente por cruzar un río con un puente de mentiras, pienso en un presidente que da el dinero para arreglar los 15 puentes de mentiritas que le dijeron que hay en el país al día siguiente, como sacados de su voluntad para la gloria de la foto de campaña, y sigo perdida, entre los ricos y los pobres, los de arriba y los de abajo, lugares que no han cambiado desde que existe la acumulación de capital en tiempos de Caín. Pienso cuan víctimas somos de las mentiras publicitarias, ganancias tardías de la liturgia de lo verdadero porque esta escrito, de las informaciones arbitrarias sobre si tomar café es bueno o si el chocolate no lo es,  si los huevos,  si respirar, vivir, desear, dar un paso según quienes financien los  estudios del caso,  y el miedo termina por paralizarme.

Sigo perdida en el bosque deseando encontrar un lugar para pedirle a Dios que me ayude y lo que encuentro es una capilla donde debo confesarme de mis pecados. Yo estoy dispuesta a hacerlo pero al ver al confesor con la cara de Berlusconi salgo corriendo. Todavía oigo el canto del pájaro perdedor y sigo hasta un lugar donde puedo  descansar. Resulta que es  el lugar de un psicoanalista  con quien de nuevo me tengo que confesar. Decirle mis deseos, mis traumas, mis manías… y yo le cuento de esta sensación de estar perdida y pienso que sino será un jiguirro el que me tiene en ese bosque sin poder llegar a sentarme a escribir como se debe un articulo, pero me dice que tengo que confesarme más, porque lo que significa el pájaro para su método  es puro deseo insatisfecho y yo lo veo de pronto como un atrapasueños gigantesco que cobra el peaje en la nueva autopista a Escazú.

Un gran cerebro tragador de ilusiones que solo me tiene a mi para satisfacer sus deseos de controlador de rutas y salgo corriendo, cantando juguemos en el bosque mientras que el lobo no esta, cuando oigo :  - Estoy patentando todas las rizomas del bosque porque ya me tome el agua del mar y de los ríos- y yo grito, porque sé que seguimos nosotros y todavía no hay quien lo lleve a la luna a comérsela como un gran queso.  

Entonces me acuerdo de Carmen Lyra y de los cuentos y del arte y la maravillosa terapia que puede llegar a ser cuando nos sentimos perdidos y paralizados por el miedo de  los mercaderes.  Entiendo la amenaza que para ellos podemos ser los artistas.

 ¡ Porque si quiero puedo cambiar el lobo en un tío coyote y así  hacer crecer mi confianza y mi fe en poder salir del bosque ¡

Me imagino a tío coyote con el culo quemado y vuelve la energía a mi cuerpo, la que me quitaron los administradores de los ricos, los publicistas de los comerciantes y los confesores del miedo de los ricos y los comerciantes. 

Entonces, como por arte de magia,  vuelvo a escuchar con claridad al pájaro que siempre ha estado junto a mi y en vez de querer perderme, me acompaña gentil.

Parpadeo. He salido del bosque. Suspiro y me doy cuenta de que ya no hay bosques.   Soy solo una artesana de las palabras. Una que trata de convertir al lobo de cuando habían bosques  y daban miedo, en un tío coyote agente vendedor. Empiezo a escribir. El pájaro todavía junto a mi toma agua y yo me transformo en la figura de una luna que no quiere convertirse en el queso de los humanos, para quien quiera creerlo en esta fragua del poder creativo.

 

 

 

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