lunes, 4 de enero de 2010

Las nuevas comarcas

Nuevas comarcas. 

Con una montain baik embarrialada, envuelto en una capa amarilla, Jorge llega a su casa que en realidad es un rancho abierto y coronado con una gran antena redonda. Desde su ubicación la terapia de abalorios marinos es continua a lo largo del día. Brillos y brillos diversos. Jorge llega sudado y sucio. Toma un vaso de limonada antes de sentarse frente a su ultra moderna PC, equipada especialmente con software para diseño publicitario. De eso vive. Jorge y su compañera Julia diseñan y envían por Internet sus trabajos. Ellos son parte de los nuevos refugiados, los refugiados emocionales, los refugiados existenciales y económicos que muchos países empezamos a producir, creando nuevas comarcas. Esos centros poblacionales de humanos híbridos que llegan con la esperanza de una mejor vida. Son descreídos, alternativos, neoespirituales, naturistas. Sincréticos y ligeros de equipaje. En realidad de cualquier mobiliario que se acumule. Orgullosos de sus microreinos, le perdieron la fe hace mucho tiempo a la política y a lo establecido socialmente. Creen en la felicidad del presente y no en una cuenta de ahorros para un futuro que no existe. No tienen plan de pensiones y la crisis de la edad madura se la brincan porque no marcan tarjeta en ningún trabajo y con ninguna pareja. Se autogestionan siendo a veces muy productivos. No creen en la administración pública ni en los curas. Más bien consultan el Iching y se diagnostican con el iris, tratando de mantener sus chacras equilibrados. De la moda toman lo que quieren, de la tecnología también. No gastan en sillones, botellas de whisky, psiquiatras y zapatos. Invierten en cuadraciclos, marihuana, y tiempo de ocio. Son los nuevos refugiados, los que no encontraron un lugar dentro del grupo social hegemónico, sea porque el grupo cada vez es más difícil de acceder, o porque el pensamiento alternativo no tiene nada que hacer dentro las propuestas tradicionales. Tribus tecnologizadas. Personajes salidos de la película Duna. Entre salvajes y navegantes del futuro. Humanos marcados por tatuajes que señalizan sus cuerpos con cabezas rapadas, pelos teñidos, orificios, trapos, drogas. Empoderándose de lo único que les es factible empoderarse: su cuerpo dentro de una sociedad que todavía ofrece el pastel de pollo de la familia ideal, con sus propuestas políticas de organismos medios de los sesentas para el 2010; época de clonaciones, virus, vivencias transpersonales, autopistas electrónicas. Epoca de pobreza espiritual, ignorancia emocional y enfermedades psíquicas. Época que insiste en mantener la confusión entre raza y religión, propiedad y pertenencia. El que no quiere ver que no vea. Tiempo de amarrarse o salir corriendo. Si es cierta la ley del centro y la periferia como rutina de cambios en lo social y antropológico. La periferia actual será en un futuro, el siguiente nuevo centro de movimiento social. Pónganles atención señores políticos a estos nuevos refugiados, a estas comarcas, que cada día son más grandes. Porque estos ranchos, a lo mejor en un futuro sean nuestros, o de nuestros hijos o nietos, y estas capitales, ciudades, que ahora se disputan los políticos, que protegen, alcahuetean o abortan a los ciudadanos, no sean más que las ruinas de una sociedad que por inadecuada dejará de existir.

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